Fisuras Anales

El ano es un conducto de unos 30 milímetros de largo que se extiende desde el recto hasta el orificio anal, siendo la última parte del intestino grueso. Es un anillo de músculos que conforman una estructura esfinteriana (esfínter anal), capaz de permitir la salida o no de las heces, según se relaje o no. Está formado en parte por piel y en parte por el revestimiento intestinal, siendo una zona del cuerpo muy sensible a posibles alteraciones.

Llamamos fisura anal a la existencia de una úlcera dolorosa, como un desgarro longitudinal, en el revestimiento epitelial del ano, generalmente en la línea media posterior, cerca del margen anal.

Tiene una incidencia igual en ambos sexos, y es más frecuente en la edad media de la vida.

La mayoría de las fisuras anales son de origen desconocido, aunque se apunta como la causa más frecuente de su producción el estreñimiento, y la existencia de heces voluminosas y duras. No obstante, también la diarrea, o la irritación del ano y recto, pueden conllevar a un desgarramiento. Son muy frecuentes en las mujeres antes y después del parto. Otras causas menos frecuentes son: hemorroides, enfermedad de Crohn, cirugía del recto previa y tumores malignos del ano.

Una alimentación con bajo contenido en fibra y agua origina heces pequeñas y duras que, durante la defecación, pueden herir el esfínter a su paso. Este es el mecanismo causante de fisuras en el estreñimiento crónico.

En las embarazadas, en cambio, son debidas a que durante el último período de la gestación la presencia del feto en el útero tiende a dificultar el retorno del flujo sanguíneo por las venas, debido al aumento de presión. Además es frecuente la asociación de estreñimiento en el embarazo, debido a los cambios intestinales que tienen lugar durante el mismo.

La presencia de fisuras múltiples o en lugares distintos a los mencionados, obliga a descartar enfermedades sistémicas como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn, tuberculosis, etc., que también son causantes de este tipo de enfermedad.

Las fisuras anales causan dolor y pérdida de sangre roja fresca durante la evacuación de heces. Este dolor dura entre varios minutos y varias horas, y luego remite hasta la siguiente evacuación. Es intenso, y suele ocasionar un espasmo reflejo del esfínter interno que condiciona mayor dolor y mala irrigación de los bordes de la fisura, lo cual impide su correcta cicatrización y comienza un circulo vicioso (dolor, aumento de tono, mala perfusión vascular y producción de herida).

Otros síntomas son picor y secreción mucosa o muco-purulenta que suelen aparecer en la fase crónica de la lesión.

Para llegar al diagnóstico de la enfermedad, el clínico debe realizar una buena historia clínica, recogiendo datos acerca de las características de las deposiciones, cuantía y tipo de sangrado, hábitos alimenticios, antecedentes personales y familiares, fármacos que toma, etc.

Posteriormente se realizará el examen físico, que debe incluir un tacto rectal que permite inspeccionar la piel alrededor del ano buscando alguna anormalidad, como vasos sanguíneos inflamados, heridas, etc.

Para realizar esto el paciente debe colocarse de lado sobre la camilla, o bien de rodillas apoyado en los codos hacia delante (posición genupectoral).

Generalmente, el diagnóstico de la fisura anal es sencillo, no se necesitan grandes y especiales exploraciones para ello. Suele bastar con una inspección del ano, en el que se observa normalmente sobre el margen anal posterior, la ulceración acompañada de una hemorroide centinela. Además se aprecia un esfínter anal aumentado de tono. La exploración debe ser cuidadosa, por el dolor que puede producir el hacer el tacto rectal, señal de que la fisura esta justo en la zona de más dolor.

Como pruebas complementarias el médico puede pedir una analítica con hemograma y bioquímica, así como pruebas de imagen. Algunas de estas últimas pueden ser:

  •  Anoscopia: se introduce un tubo hueco, rígido y corto con luz, en el ano para visualizar las lesiones.
  •  Proctoscopia: se introduce un tubo con luz en el ano, que le permitirá al médico examinar completamente todo el recto.

Otras pruebas como la sigmoidoscopia o la colonoscopia, son solicitadas cuando el médico sospecha que pueda existir enfermedad a otros niveles del intestino (tumor, enfermedad inflamatoria), ya que estas permiten observar otras porciones del intestino grueso, además del ano y recto.

En más del 50% de los casos el tratamiento de la fisura anal es sencillo, cicatrizando bien con las siguientes medidas:

  •  Aplicar pomadas locales con corticoides y anestésico.
  •  Baños de asiento con agua templada durante 10-15 minutos después de cada evacuación, que alivia la incomodidad y ayuda a incrementar el flujo de sangre local, lo que favorece la curación.
  •  Secado de la zona por presión sin papel higiénico.
    •    Uso de un laxante suave para romper el círculo vicioso: estreñimiento- fisura- dolor- estreñimiento.
    •    Aplicar pomadas locales con nitroglicerina, dinitrato de isosorbide.
    •    Dieta exenta de alcohol, café, picantes, mariscos, chocolates, etc.

En algunos casos, para las fisuras que no sanan con los tratamientos anteriores, se puede utilizar la inyección de la toxina botulínica (BoTox) en el esfínter anal, con el fin de paralizar temporalmente el músculo de dicho esfínter y promover la cicatrización.

En muy pocos casos, solo si todas las medidas anteriores fallan y se cronifica la fisura (más de tres meses de clínica), será necesario un tratamiento quirúrgico. Existen varias opciones quirúrgicas, siendo la cirugía más común la llamada esfinterectomia lateral interna. Durante este proceso, el médico le hará una pequeña incisión y dividirá algunas fibras del músculo interno. Cortar el músculo puede ayudar a la curación al prevenir los espasmos musculares anales que conllevan al desgarre. Generalmente esta técnica tiene aproximadamente un 90% de eficacia en un 1-2 meses en casos bien seleccionados, aunque puede provocar en algunos pacientes incontinencia fecal o de gases como complicaciones posquirúrgicas.

Para prevenir la producción de las fisuras anales, conviene incluir en la dieta diaria alimentos ricos en fibra (frutas, vegetales, salvado, pan integral, etc.), para prevenir el estreñimiento y así el esfuerzo y presión al defecar. Además se debe ingerir más de dos litros de agua al día, que también ayudará a reblandecer las heces. Igualmente realizar ejercicio suave diariamente y evitar el uso excesivo de laxantes, son otras medidas preventivas útiles.

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Dr. Julio Rivas

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