Hemorroides

El ano es un conducto de unos 30 mm. de largo que se extiende desde el recto hasta el orificio anal, siendo la última parte del intestino grueso. Es un anillo de músculos que conforma una estructura esfinteriana (esfínter anal), capaz de permitir la salida o no de las heces, según se relaje o no.

Está formado en parte por piel y en parte por el revestimiento intestinal, siendo una zona del cuerpo muy sensible a posibles alteraciones. Las venas del ano drenan a la vena porta, que van al hígado y a la circulación general.

Las hemorroides se definen como la inflamación o dilatación de las venas de los plexos venosos hemorroidales de la mucosa del recto o del ano, existentes en su zona interna o externa. Usualmente son causadas por un incremento de presión, y pueden provocar dolor, sangrado o prurito (picor).

Son muy comunes tanto en los hombres como en las mujeres, y alrededor de la mitad de la población tendrá hemorroides antes de los 50 años. Es más, es la causa más común de hematoquecia (expulsión de sangre fresca).

Se distinguen dos tipos de hemorroides:

La dilatación de la vena permanece en el interior del ano. No suelen ser dolorosas. Son secundarias a la afectación de las venas del plexo hemorroidal interno, y se sitúan por arriba de la línea dentada. A su vez se subclasifican en 4 grados:
Grado I:
No descienden nunca por debajo de la línea dentada.
Grado II:
Se prolapsan por el canal anal durante el esfuerzo defecatorio y desaparecen al terminar el esfuerzo.

Grado III:

Se prolapsan durante el esfuerzo y solo se reducen con maniobras de reducción digital.

Grado IV:

El prolapso se mantiene de forma continua, o se reproduce rápidamente tras la reducción.

La dilatación varicosa protuye hacia fuera, pudiéndose visualizar al inspeccionar el ano. Se dilata las venas del plexo hemorroidal externo, situadas por debajo de la unión anorrectal.

Ocurren cuando se dilatan al mismo tiempo las venas de la parte interior y del exterior del ano.

Las hemorroides pueden desarrollarse como resultado del esfuerzo o presión que se ejerce sobre las venas hemorroidales durante la defecación, normalmente secundarias a un estreñimiento crónico. No obstante, el embarazo o un proceso diarreico también pueden favorecer su aparición, así como la edad y la causa hereditaria.

Una alimentación con bajo contenido en fibra y agua origina heces pequeñas y duras que, durante la defecación, pueden herir el esfínter a su paso. Este es el mecanismo causante de hemorroides en el estreñimiento crónico. No obstante, aunque parezca extraño, los procesos diarreicos también pueden provocar hemorroides, ya que también aumentan la presión anal y así la incidencia de la clínica hemorroidal.

En las embarazadas, en cambio, son debidas a que durante el último período de la gestación la presencia del feto en el útero tiende a dificultar el retorno del flujo sanguíneo por las venas, debido al aumento de presión. Además es frecuente la asociación de estreñimiento en el embarazo, debido a los cambios intestinales que tienen lugar durante el mismo.

En los pacientes con enfermedad hepática (hepatitis, cirrosis) también es frecuente la aparición de hemorroides debido al aumento de presión sanguínea en la vena porta, secundaria a la enfermedad, que ofrecen un efecto de resistencia al retorno venoso.

La mala higiene anal o la infección anal, así como la inmovilidad (permanecer largos períodos de tiempo sentado o de pie) también pueden favorecer la aparición de hemorroides.

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Dr. Julio Rivas

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