Síndrome Colon Irritable

La enfermedad colon irritable es un cuadro clínico también conocido como síndrome de intestino irritable (SII), siendo ésta la forma más correcta de ser denominado.

Se trata de un conjunto de síntomas crónicos caracterizados por dolor abdominal y/o cambios del ritmo intestinal, acompañado o no de una sensación de distensión abdominal, sin que exista una alteración morfológica, metabólica o infecciosa que lo justifique.

La incidencia de este cuadro clínico es mayor en los países desarrollados, en las mujeres y en los menores de 40 años.

En general, es posible diferenciar diferentes subgrupos de pacientes según las características del hábito intestinal:

  • SII con predominio de estreñimiento.
  • SII con predominio de diarrea.
  • SII con diarrea-estreñimiento de forma alterna.
  • SII sin predominio claro de diarrea o estreñimiento.

La causa exacta de la enfermedad de colon irritable es desconocida. Se supone están implicados en la producción de este síndrome varios factores causantes, que acarrean alteraciones motoras-perceptivas intestinales, que ocasionan los síntomas. Algunos de los factores fisiopatológicos implicados son:

  •  Intolerancia alimentaria.
    •    Alteraciones hormonales.
    •    Alteraciones psicológicas.
    •    Alteraciones de la motilidad.
    •    Alteraciones de la sensibilidad.

Todos los factores anteriores se encuentran interrelacionados, y se supone producen el síndrome de intestino irritable. Es decir, los factores psicológicos y psicosociales (estrés, alteraciones de la personalidad, enfermedades psiquiátricas, etc.), junto con posibles alteraciones motoras y sensitivas intestinales, son los causantes de que se produzcan los síntomas de colon irritable.

Los síntomas principales de este cuadro clínico son el dolor abdominal difuso junto con sensación de distensión, además de la alteración en la consistencia de las heces (presencia de diarrea o estreñimiento). El paciente suele alternar periodos de diarrea con los de estreñimiento, aunque puede predominar uno de ellos.

Las características del dolor abdominal son:
•    Asociado a urgencia o cambios en la frecuencia/consistencia de las deposiciones.
•    Es de predominio diurno, y no quita el sueño.
•    Es de intensidad leve o moderada.
•    No suele durar más de 2-3 horas.
•    Localizado en hemiabdomen inferior, y no suele irradiarse a otro sitio.
•    Suele aliviarse tras la defecación.
Además de los síntomas anteriores, los afectados por este síndrome también pueden presentar:
•    Sensación nauseosa, vómitos, etc.
•    Regurgitación de alimentos o ácido. Acidez.
•    Urgencia fecal.
•    Sensación de evacuación incompleta.
•    Saciedad precoz tras la ingesta.
•    Dolor torácico de origen no cardiaco.

Por otra parte, además de los síntomas anteriores correspondientes a la esfera digestiva, este síndrome se asocia con mayor frecuencia a otros síntomas o enfermedades como:

  •  Alteraciones ginecológicas: dismenorrea, dolor en las relaciones sexuales, etc.
    •    Enfermedades psiquiátricas: bulimia, depresión, ataques de pánico, etc.
    •    Alteraciones urológicas: cistitis, etc.
    •    Enfermedades idiopáticas: fibromialgia, síndrome de fatiga crónica, etc.

Para llegar al diagnóstico de la enfermedad de colon irritable, el clínico debe realizar una buena historia clínica, recogiendo datos acerca de las características de las deposiciones, horario, sensación acompañante, hábitos alimenticios, antecedentes personales y familiares, fármacos que toma, etc. En esta primera entrevista, el médico podrá agrupar al paciente en los diferentes subgrupos clínicos comentados anteriormente.

Además, en el interrogatorio habrá que preguntar también por otros síntomas que hacen dudar el diagnóstico de esta enfermedad, y que permite sospechar que el origen del dolor abdominal es otro. Estos datos diferenciales son: inicio de la enfermedad en edad avanzada, curso clínico progresivo, dolor abdominal que despierta por la noche, fiebre o anorexia o perdida de peso acompañante, presencia de sangrado no atribuible a hemorroides o fisura anal, etc.

Existen varios criterios diagnósticos para definir este síndrome y ayudar en su identificación. Uno de los más usados son los criterios de Roma, que consisten en:
•    El paciente debe presentar en la historia clínica dolor abdominal con una o más de las siguientes características: mejora con la defecación, se asocia con cambios de la frecuencia defecatoria o se asocia con cambios en la consistencia de las deposiciones.
•    Además se añade dos o más de los siguientes síntomas en más del 25% de los días: alteración de la frecuencia defecatoria, alteración de la consistencia de las deposiciones, esfuerzo defecatorio, urgencia o sensación de evacuación incompleta o moco en las deposiciones.
•    Estos síntomas deben estar presentes al menos 12 semanas en el último año, ya sean de forma consecutiva o no, para poderlos catalogar como síndrome de intestino irritable.
Posteriormente se realizará un examen físico completo al paciente, que debe incluir una completa exploración abdominal. Además, en los pacientes con sospecha de padecer síndrome de colon irritable, se pueden practicar algunas de las pruebas complementarias siguientes:
•    Análisis de sangre y orina.
•    Análisis de heces.
•    Estudio morfológico del colon: sigmoidoscopia y/o colonoscopia, o enema de bario con doble contraste, recomendados fundamentalmente en los mayores de 50 años.
En general, en esta enfermedad todas las pruebas realizadas no muestran hallazgos patológicos, y la presencia de alteraciones debe hacer sospechar que realmente subyace otra enfermedad, y obliga a hacer un buen diagnóstico diferencial.

La estrategia terapéutica a seguir tras ser diagnosticada la enfermedad de colon irritable y haberse diferenciado en los diferentes subgrupos clínicos, dependerá de los síntomas acompañantes. Cuando predomine el estreñimiento como principal síntoma, es aconsejable que el paciente tome una dieta rica en fibra, agua y realice ejercicio físico regularmente, recurriendo a los laxantes y procinéticos cuando las medidas anteriores no son suficientes.

Cuando por el contrario el síntoma que predomina es la diarrea, se aconseja una dieta astringente, rica en alimentos bajos en fibra, y usar loperamida (fármaco contra la diarrea).

Para el dolor abdominal se pueden emplear diversos analgésicos espasmolíticos, como la mebeverina, trimebutina, pinaverio, etc. así como cualquier otro analgésico convencional que ayudará a aliviar el dolor.

Es fundamental para conseguir unos resultados terapéuticos exitosos, además de las medidas anteriores, que el médico desarrolle una buena relación con el paciente, lo educe y tranquilice sobre lo benigno de sus síntomas, ya que los factores psicológicos subyacentes en esta enfermedad se cubrirán de esta forma. A veces también es necesario recurrir a la psicoterapia, y en los casos graves (dolor continuo y no mejoría con las medidas anteriores), se puede recurrir al uso de antidepresivos.

Al desconocerse la causa exacta de esta patología, no existen medidas preventivas que eviten su desarrollo.

En general, las normas higiénico-dietéticas básicas para todos los pacientes con SII que ayudan a evitar la producción del dolor abdominal y los síntomas son:

  •  Evitar alimentos o bebidas que exacerben los síntomas.
    •    Evitar tóxicos o estimulantes (alcohol, café, etc.)
    •    Evitar alimentos que produzcan exceso de gas intestinal.
    •    Aumentar el nivel de ejercicio físico.

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Dr. Julio Rivas

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